Un entrenamiento que incluye partir en dos una madera
¿En qué se asemejan un samurái y el gerente de una gran empresa? A simple vista parecen ser más las diferencias que las similitudes, pero los creadores del Entrenamiento Samurái-La vía del guerrero para el dominio personal están convencidos de que no es tan simple como la mayoría cree.
"El samurái era una persona guerrera que vivía en conflicto, que no tenía el total apoyo de su gente, que debía lidiar con sus pares y a su vez ser leal", describe Alejandro Figini, director de Ecomanagement, experto en artes marciales y docente del curso. Estas características son las que día a día debe enfrentar cualquier gerente dentro de una compañía.
Por este motivo, Figini y Lidia Muradep, directora de la Escuela Argentina de Programación Neurolingüística (PNL) y Coaching, decidieron fusionar las máximas de los samuráis con las artes marciales para brindar entrenamiento a empresas.
El curso se centra principalmente en tres premisas samurái: la lucha cotidiana, el poder traspasar los límites y el estar presente. "El gerente debe combatir en el día a día para resolver diversos conflictos. Además necesita estar en el momento justo y preciso para enfrentarlos y saber cómo solucionarlos de la mejor manera", cuenta Figini.
Los gerentes, al llegar al seminario, deben despojarse de su ropa y vestir el típico kimono blanco que los hará sentir como verdaderos samuráis durante las tres horas que dura el curso in company (en la escuela tiene una extensión de un día).
"Además de la indumentaria creamos un clima japonés con cuadros y música oriental para que los participantes se sienta n cómodos", apunta Muradep.
El curso se desarrolla a través de actividades prácticas basadas en los principios del samurái. "No le brindamos teoría, sino que son las propias vivencias del curso las que aplicarán los alumnos en los conflictos y el trabajo cotidiano", dice Muradep.
El broche de oro del seminario y quizás el más esperado y a la vez más temido por los asistentes es cuando cada participante tiene la oportunidad de romper una madera con la técnica de las artes marciales. "En el momento de la acción, el gerente debe ver la madera como un obstáculo al que puede atravesar, que puede ser el conflicto laboral cotidiano", cuenta Figini, y agrega que es emocionante ver cómo todos los participantes logran el objetivo.
"Los límites nos los ponemos nosotros mismos, pero nosotros somos los que tenemos las herramientas para poder enfrentarlos y superarlos", remata Muradep.
Por Fernando Gómez Dossena
Fuente: La Nación - Empleos, Domingo 26 de Agosto de 2007